Se cumplen 50 años de la visita de san Josemaría Escrivá. El 1 de octubre de 1967 es un día que ha quedado para la Historia de Tajamar. En aquella fecha, san Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, estuvo por vez primera en Tajamar. Fue un día inolvidable para los cientos de personas que tuvieron la ocasión de acompañarle y estar con él en una tertulia que se organizó en el Salón de Actos del colegio. Acudieron alumnos y sus familias, profesores y mucha gente de Vallecas, la mayoría vecinos de las casas bajas y chabolas del Cerro del Tío Pío, donde se encuentra Tajamar. Todos estaban deseosos de ver en directo a la persona que había impulsado el colegio años atrás.
San Josemaría en Tajamar
Tras años de trabajo y esfuerzo, sobre aquellos lugares llenos de pobreza, barro y miseria, se alzaba un moderno centro cultural y deportivo por el que han pasado hasta el día de hoy más de 15.000 alumnos que han participado de los sueños de un santo y de su visión familiar de la educación.
Cincuenta años después de esa primera visita, sus palabras resuenan todavía en todo el colegio y han dejado una gran impronta, pues vimos cómo el Padre se emocionaba al ver hecho realidad uno de sus sueños, cuando conoció Vallecas y muchos de sus descampados en las visitas que realizó a finales de la década de los veinte.
En aquella tertulia en el Salón de Actos del colegio, el 1 de octubre de 1967, san Josemaría rememoró emocionado sus primeros encuentros con los vecinos del Puente de Vallecas, lugar que conoció en 1927. Ese mismo año, en el mes de abril, Josemaría Escrivá se trasladó a Madrid desde Zaragoza, donde había recibido la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925. Dos meses después, en junio, fue nombrado capellán del Patronato de Enfermos de la calle Santa Engracia. Este Patronato se dedicaba a labores asistenciales y religiosas en barrios de Madrid y en otros municipios independientes de la capital, como era el caso de Vallecas y de Tetuán.
El Patronato se encargaba de procurar la atención religiosa a los numerosos enfermos que vivían en estos barrios, además de prestar atención sacerdotal a los niños y personas mayores, bien en sus casas o ayudando en las parroquias de la zona. Se conservan las fi chas de las visitas que por todo Madrid realizó san Josemaría para cumplir con esta misión, muchos de ellos también a Vallecas.
Muchos de los presentes en aquella tertulia de Tajamar de 1967 desconocían las cosas que había hecho el Padre, como familiarmente se le llamaba en la Obra, antes de fundar el Opus Dei en Madrid en 1928. En sus visitas y correrías por la capital, san Josemaría conoció también a muchos niños, ancianos y enfermos en el Puente de Vallecas. No fue una tarea ni cómoda ni fácil, pues se trataba en aquellos años de una zona conflictiva, donde los sacerdotes no eran bien recibidos, aunque también se encontró con muchos vecinos respetuosos con las creencias religiosas que le acogieron con afecto.
13.000 niños sin escolarizar
Vallecas contaba entonces con 150.000 habitantes y muchas carencias educativas. Con datos del Ayuntamiento de Madrid, casi 13.000 niños del barrio estaban sin escolarizar y no existía ningún centro educativo de Enseñanzas Medias. Para examinarse de Bachillerato había que salir del Puente de Vallecas, lo que casi nadie hacía. Lázaro Linares recuerda que a finales de los 50 era “un barrio de pioneros, de hombres y mujeres muy trabajadores que buscaban un porvenir mejor para sus familias, y que con el esfuerzo y el tesón de muchos años dejaron a sus hijos una realidad bien distinta de la que había en aquellos años”.
En 1967 habían transcurrido diez años desde los comienzos de toda esta aventura. San Josemaría, que entonces vivía en Roma, deseaba ver con sus propios ojos el fruto de la tarea proyectada en 1956 y estar al lado de las personas que lo habían hecho posible, así como de las familias y los 1.500 alumnos que estudiaban en sus aulas, la gran mayoría procedentes del Cerro del Tío Pío. Al fin, en octubre de 1967 san Josemaría visitó por primera vez Tajamar. San Josemaría quiso estar con todos ellos y en el Salón de Actos del colegio se reunieron más de cuatro mil personas. Todos conocían a san Josemaría por lo que habían oído contar en Tajamar y estaban muy impacientes por verle y sobre todo escucharle. A las diez de la mañana, el coche en el que viajaba san Josemaría hizo su aparición en la entrada que estaba cerca del actual club Valderribas. Cuando el Padre salió del vehículo, estalló un aplauso largo, lleno de cariño, mientras se abría un estrecho pasillo entre el público para que pudiera pasar.
En las escaleras de la entrada al pabellón central, se volvió para corresponder a los saludos de bienvenida. Allí le estaba esperando Bernardo Perea, primer director de Tajamar, junto a su mujer y su hijo. San Josemaría le abrazó muy fuerte, mientras le dirigió unas emotivas palabras de agradecimiento por su labor. Junto a ellos estaban algunos directivos del colegio como Jerónimo Padilla, Fernando Chiclana y Martín Vía. El encuentro con ellos fue breve y lleno de cariño. San Josemaría no quería recorrer las instalaciones de Tajamar sin agradecer antes a esas personas todo lo que habían hecho para que un sueño como Tajamar saliera adelante.
Luego se trasladó a la Sala de Profesores del colegio y se sentó en uno de los silloncitos que hay debajo del mural de la pared. En una breve tertulia, les habló del significado del trabajo que realizaban en Tajamar y de las labores apostólicas que el Opus Dei realiza en todo el mundo, muchas similares en su espíritu a lo que se hace en Tajamar. Comentó que se hacían y se siguen haciendo presentes “donde hay pobreza, donde hay falta de trabajo, donde hay tristeza, donde hay dolor, para que el dolor se lleve con alegría, para que la pobreza desaparezca, para que no falte trabajo –porque formamos a la gente de manera que lo puedan tener–, para que metamos a Cristo en la vida de cada uno, en la medida en que quiera, porque somos muy amigos de la libertad”.
“Nunca me he encontrado más en mi casa”
El Salón de Actos ya estaba abarrotado cuando entró san Josemaría. En el estrado, ante el micrófono, el Padre, con una gran sonrisa, a la vez que estallaba una prolongado aplauso, se dirigió a todos: «¿Me permitís que comience diciéndoos que nunca me he encontrado más en mi casa…?». Mientras les hablaba, san Josemaría detuvo su mirada sobre todas y cada una de las familias que se congregaban delante de él en un silencio que sólo se veía interrumpido por aplausos, carcajadas cuando san Josemaría bromeaba, y el llanto incontrolable del algún bebé. San Josemaría continuó: «Cuando tenía veinticinco años, venía mucho por todos estos descampados, a enjugar lágrimas, a ayudar a los que necesitaban ayuda, a tratar con cariño a los niños, a los viejos, a los enfermos… Y recibía mucha correspondencia de afecto, y alguna que otra pedrada…».
En un momento de la tertulia, san Josemaría se refirió directamente a la labor educativa que se hace en Tajamar: «Me da alegría decir que aquí, en Tajamar, todo es Obra de Dios (…), el profesorado, la dirección; los sacerdotes, que no piensan más que en vosotros, alguna prueba de cariño que se sale de lo ordinario os han dado (…), santificad vuestro trabajo, ofrecedlo a Dios. Para eso, los esposos que se amen mucho, que se quieran de verdad, que eso agrada a Dios.» «Y si hay muchos Tajamares, se traerá en la inteligencia una cultura muy grande, y en las manos, la posibilidad maravillosa, no sólo del pan de cada día, sino del bienestar de cada día.» «Que améis a Jesucristo y que lo améis a través de María Santísima, Madre Nuestra. Que no falte en vuestras casas alguna imagen de la Virgen…».
“Primero sois vosotros y luego vuestros hijos”
Además, pidió a los padres que no se desentendieran de la educación de los hijos y les recordó el protagonismo que tienen en Tajamar: «Por eso Tajamar no son vuestros hijos: primero sois vosotros y luego vuestros hijos. ¿Os parece bien?» Sin duda, esta afirmación, además de amable y cariñosa, era poco frecuente en el ambiente educativo de aquellos años. San Josemaría reforzaba con sus palabras un modelo educativo en el que las familias deben tener el principal protagonismo.
Antes de marcharse, san Josemaría se dirigió a un grupo de alumnos que estaban junto a él y les entregó una copa enorme para el “Trofeo Tajamar” que se disputaba entonces. Esta copa está expuesta hoy día en el pabellón central del colegio junto al micrófono que se usó para la tertulia. Con ese detalle concluyó la tertulia, aunque antes de irse el Padre impartió a todos su bendición: «Si me permitís, os voy a dar la bendición… Que el Señor esté en vuestros labios, en vuestros corazones, en vuestros hogares, en vuestros amores, en vuestro trabajo, y os dé siempre la alegría y la paz. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.»