A pesar de la pandemia que afecta con fuerza a Italia en su segunda ola, Mariano Almela (BACH’06) fue ordenado diácono junto a otros 26 compañeros en Roma por Mons. Juan Ignacio Arrieta. La Covid 19 hizo que la ceremonia fuese a puerta cerrada y emitida por streaming para que su familia, amigos y antiguos compañeros pudieran arroparle desde la distancia. Alumni Tajamar ha conseguido hablar con él.
– Empecemos por lo básico. ¿Qué es un diácono y cuál es su función?
El diácono aparece ya en los Hechos de los Apóstoles y su misión viene ligada al servicio. Los Apóstoles, sin tiempo para dedicarse a cuidar materialmente de los fieles y a la vez predicar el Evangelio, deciden nombrar a 7 diáconos (servidores, quiere decir la palabra en griego) para que se encarguen de esa atención material de los fieles. Hoy existen dos tipos de diáconos: los permanentes, que suelen ser personas casadas, que desarrollan este ministerio de modo estable; y los diáconos que como yo estamos en preparación para ser sacerdotes. Pero tanto unos como otros mantenemos ese espíritu de servicio ayudando al obispo y a los sacerdotes en su labor pastoral.
– ¿Cómo viviste la ordenación al no poder acompañarte la familia y amigos por la pandemia?
Un mes antes de la ordenación aumentaron las restricciones a causa de la pandemia de covid-19. Por este motivo, mis familiares y varios amigos no pudieron venir a la ceremonia, que se tuvo que celebrar a puerta cerrada. Al inicio fue un jarro de agua fría, pues en estos últimos meses, además de prepararme para recibir este sacramento, tenía la ilusión de estar acompañado por mis padres y hermanos. Es bonito poder festejar los grandes hitos de nuestra vida con las personas que queremos. Sin embargo, entendí que Dios quería otra cosa: que le ofreciera este contratiempo. Así lo hice y así lo han hecho mis familiares -en especial mis padres, que tenía muchísima ilusión de verme vestido de negro- y amigos. Después, viene una alegría interior grande, pues los planes de Dios, aunque no los entendamos, son los mejores. Creo que de todo esto saldrán muchas cosas buenas.
– ¿Cuál es la situación actual en Roma con el COVID19?
En Italia, el gobierno ha establecido cuatro zonas para las distintas regiones, en las que se entra según el número de contagios y también según la capacidad de cada región para gestionar la emergencia sanitaria. Toda la península italiana está en zona amarilla, salvo algunas regiones donde hay más peligro, que entran en unas restricciones mayores. Roma, gracias a Dios, todavía se mantiene en esa zona amarilla y se puede salir a la calle y trabajar con cierta normalidad. En mi caso, me está permitiendo acudir a la biblioteca para continuar con los estudios de teología y poder consultar los libros que necesito. De todas formas, soy consciente de las dificultades que están viviendo muchas personas en todo el mundo -y en concreto en Madrid y en Vallecas- y me acuerdo de rezar más por ellas.
– ¿Tienes fecha para la ordenación sacerdotal?
En principio será el próximo 22 de mayo de 2021, aunque el covid me está enseñando lo que dice el dicho español: el hombre propone y Dios dispone. Vamos, que puede pasar de todo, aunque rezo para que no haya complicaciones. De todas formas, ahora se presentan seis meses de formación intensa para prepararme bien y recibir con mucho fruto el sacramento del orden y poder ser en el futuro un sacerdote que sepa servir a todas las personas.
– Tras la ordenación, ¿dónde será tu siguiente destino?
Esa es otra cuestión que todavía no sé. Es verdad que llevo diez años en Italia y conozco bien este país. Estoy contento aquí. Sin embargo, regresar a España sería también una alegría y creo que tanto en un país como en otro hacen falta sacerdotes y trabajaría contento aquí o en España. Sin embargo, no dejo cerrada ninguna puerta a irme a cualquier otro país extranjero, ya que el espíritu de aventura siempre lo he tenido y por ahora el cuerpo responde bien. Con 32 años todavía se está a tiempo de hacer algunas locuras.
– ¿Sigues barajando la opción del doctorado?
Sí, es una cosa que me gusta. Llevo ya algunos meses trabajando en ello y espero terminarlo antes de la ordenación presbiteral. Estoy disfrutando mucho con la investigación teológica y estoy aprendiendo mucho, no solo de teología o historia, sino de tantas virtudes que se ejercitan en este tipo de trabajos.
– Unas palabras para tus compañeros de promoción…
Gracias a Dios, mantengo el contacto con muchos de ellos. Con otros, sin embargo, hace tiempo que no les veo. Lo primero sería decirles que me encantaría volver a encontrarnos y recordar los buenos momentos -de los mejores de mi vida- que hemos pasado en Tajamar. También les diría, en estas circunstancias, que sepan ser fuertes cuidando de sus familias durante esta pandemia y que cualquier esfuerzo vale la pena. Creo que la fortaleza ha sido siempre una virtud que se enseña muy bien en nuestro colegio.
– Estudiaste Historia… ¿crees que eso se notará en tus futuras homilías y meditaciones?
Bueno, no sé. Me hace gracia. Si es para contar anécdotas divertidas que ayuden en mi predicación, estaría bien. Espero que el Espíritu Santo se sirva también de las historietas que pueda contar. Al final, eso es lo importante, que la gente se acerque más a Dios, con o sin historias. De todas formas, ahora que estoy empezando, anécdotas no me irían mal y si alguien tiene algunas, pues me las puede mandar.