La verdad es que el campo me gusta. Jugar con los palos secos que se han caído de los árboles, pisar las hojas secas aunque, ¡que tienen un sonido muy especial!, meterme en los charcos, aunque sé que a mi madre no le gusta, dice que un niño de cinco años como yo ya debería tener compostura. Yo no sé qué es eso de compostura y ella no debe saber que me lo paso ¡BOMBA!. Aunque he de reconocer que me pongo “¡perdido!”. Pero a las maestras les he oído decir que jugar con todo lo del campo es muy bueno. Y pienso “¿pensarán eso en su faceta de madres?”.
Bueno, como iba diciendo, me gusta el campo. Pero reconozco que soy un niño de ciudad. Si de ciudad. Con su tráfico, sus bomberos, médicos, policías, tenderos, albañiles, periodistas, arquitectos. Bueno y la estupenda cobertura que hay en las ciudades. Casi nunca se te queda colgado el iPad, iPhone, Smartphone. Puedes comunicarte con tus amigos, oír música, ver un video en youtube de algunos dibujos animados. ¡Claro, que nada es comparable con el contacto tan maravilloso que supone pasear por la ciudad entre personas que viven y trabajan por un mundo mejor! Eso creo de mi ciudad y por eso me gusta.
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