Por Adolfo Torrecilla
Eduardo Pérez Díaz, alumni COU’98 de Tajamar, acaba de publicar Los pilares del cielo (Rialp), nueva novela que publica con el seudónimo de Eduardo Gris. Eduardo es Doctor en Literatura Comparada y experto en literatura amorosa arcaica, sobre la que ha publicado numerosas traducciones y comentarios (que puedes leer en su blog eduardogris.com). Sobre este tema, del que es todo un experto, redactó también su tesis doctoral: Las raíces de la lírica amorosa: Estudio comparado de sus primeras manifestaciones (Súmer, Egipto, China, Grecia, Israel e India).
Con su anterior novela, Amar mal mata, consiguió el premio “A sangre fría” de Novela Negra 2017 que concede Ediciones Ápeiron. Su pasión por la literatura clásica está detrás de su original novela policiaca. Además, Eduardo fue el ganador del concurso de relatos que organizó el pasado curso la Fundación Tajamar.
En su nueva novela hay un cambio de registro, pues Eduardo, inspirado en experiencias personales, ha elegido escribir una novela para todos los públicos que gustará especialmente a los lectores juveniles. En ella, con personajes y una ambientación muy pegada a la realidad, aborda cuestiones de fondo existenciales que conectan muy bien con las inquietudes que se tienen en estas edades. Más todavía: el autor incorpora un tema que se aborda poco en la literatura juvenil, más volcada por lo general a cuestiones epidérmicas de actualidad: el progresivo proceso de conversión religiosa de un joven, Aarón, que se acerca a la religión gracias a la amistad con un grupo de amigos que viven de manera natural sus creencias, sin imposturas.
La acción se desarrolla en Mejorada del Campo, localidad próxima a Madrid a donde se traslada el protagonista con su madre. En la novela tiene un importante papel la famosa y polémica catedral de Mejorada, que se encuentra en proceso de construcción y a donde acuden Aarón y sus amigos para echar una mano en algunos trabajos. Son muy certeras estas páginas que hablan de la catedral y de su famoso constructor (a quien Eduardo, por lo que sale en la novela, conoce muy bien). Gracias a esta amistad y a algunos sucesos, Aarón descubre algunas claves para analizar y entender de otra manera la vida.
La novela se acerca de manera muy directa a los jóvenes protagonistas sin utilizarlos y sin incluir explícitas moralejas. Todo lo que sucede en la novela está perfectamente narrado, con gran calidad literaria, y con las referencias culturales y el lenguaje propio de los jóvenes.
Esta novela también puede resultar una herramienta de gran ayuda para profesores, pues les permitirá organizar debates y talleres de lectura y trabajar sus contenidos en asignaturas como Filosofía, Religión, Ética, etc.
Entrevista a Eduardo Pérez Díaz
“Los protagonistas tenían que ser inquietos y estar en búsqueda, como los jóvenes”.
-Tajamar: ¿Por qué has escrito un libro de estas características? ¿No era más fácil escribir una novela juvenil con los temas más de moda?
Es que ni siquiera me planteé escribir una novela juvenil. Quería reflexionar sobre la figura de Justo Gallego y sobre su catedral, que tanto me han marcado. Y conectarlo con mi propia conversión, con la aventura vital, intelectual y espiritual que supuso y aún supone. No recuerdo cuándo decidí que los protagonistas fueran adolescentes. Supongo que fue algo inconsciente: tenían que ser inquietos y estar en búsqueda, y así son los jóvenes. Supongo también que pensaba en mis alumnos. Y a partir de todo esto, la novela fue adquiriendo un tono juvenil.
-Los personajes tienen dudas, hablan, debaten, discuten… ¿No te parece que la literatura juvenil actual ha infantilizado y rebajado los problemas de los adolescentes?
Confieso que no leo literatura juvenil desde hace muchos años, así que no lo sé. Pero sí me parece que nuestra sociedad se vuelve cada vez más infantil, así que no me extrañaría que esto se trasladara a la novela para jóvenes. En cualquier caso, los adolescentes son bastante más serios y audaces de lo que a veces pensamos.
-¿A qué tipo de lectores piensas que puede gustar tu libro?
A cualquiera que sienta curiosidad por la famosa “catedral de Justo”, por ejemplo. Aunque la novela no pretenda ser un fiel reflejo de la figura del constructor ni de la historia del edificio, sí que los sigue muy de cerca. Es curioso, porque las cosas más inverosímiles que aparecen en la novela son precisamente las reales, las anécdotas que he vivido durante las muchas horas que he pasado ayudando a Justo o conversando con él. También supongo que podrá interesar a los jóvenes con preguntas trascendentes, que no son pocos. Y quiero creer que también a los mayores que conservamos un ápice de adolescencia.
-¿No es arriesgado convertir en la sustancia de una novela la conversión religiosa del protagonista?
Creo que sí. Porque la conversión es un proceso íntimo, con muchas idas y venidas, difícil de narrar, que puede resultar tedioso… Tratar de comunicar la aventura que supone no ha sido fácil. Veremos en qué medida lo he conseguido. Por otro lado, tal vez no sea un tema de moda, como decías. Pero ahí está la rebeldía adolescente.
Los pilares del cielo
Eduardo Gris
Rialp. Madrid (2019)
278 págs. 15 €.