Los alumnos de Bachillerato y 4º ESO pudieron escuchar la historia de Ángel Sanz Briz narrada por su propio hijo, Juan Carlos Sanz Briz. Su padre, conocido como el Ángel de Budapest, salvó la vida de más de 5.000 judíos en Hungría durante la persecución de la II Guerra Mundial.
Él fue el invitado a dar esta sesión voluntaria de sensibilización sobre el Holocausto como parte de las actividades que desarrollan en la asignatura de Filosofía de bachillerato.
Sesión con el hijo del Ángel de Budapest
Ángel Sanz Briz es uno de los 33.000 Justos entre las Naciones. Se trata de un reconocimiento que otorga el Estado de Israel a personas no judías por haber salvado la vida de muchas personas durante el Holocausto. “Son una serie de personas que actuaron conforme a su conciencia. No miraron hacia otro lado, no dijeron ‘no me quiero meter en jaleos’. Eso lo hacía la mayoría”, explicó Juan Carlos a los asistentes que escuchaban atentamente sus palabras.
El trabajo de este joven diplomático en Budapest consiguió que 5.200 personas tuvieron documentos de protección para después ser refugiados en “condiciones malísimas” pero que les ayudaron a salvar la vida dentro de 11 edificios que su padre alquiló como parte de la Embajada española.
Bajo la atenta mirada de los alumnos, Juan Carlos Sanz Briz les animó a estudiar mucho, ser ciudadanos activos y a luchar contra las injusticias. “Que todos alcemos nuestras voces para que los genocidios no vuelvan a ocurrir. Que todos despertemos al Justo entre las Naciones que llevamos dentro. En nuestro entorno hay que reaccionar y proteger a la gente que sufre, por ejemplo, en el bullying”, les dijo.
Les recordó a los asistentes de esta conferencia que el exterminio nazi no fue el único genocidio de la humanidad y comenzó a citar una lista de ejemplos: Camboya, Ruanda, la antigua Yugoslavia, DAESH, Miarmar, China, etc.”¿Hemos aprendido la lección?”, se preguntó.
El Álbum de Auschwitz
Para entrar en el contexto histórico del Holocausto, la sesión empezó con la proyección de un breve documental sobre las fotografías del “Álbum de Auschwitz”. Yéssica San Román, Directora del Área de Educación, Holocausto y Prevención de Antisemitismo del Centro Sefarad-Israel, explicó que hay muchas fotografías de este campo de concentración después del Holocausto pero muy pocas durante la persecución.
Gracias a Lilly Jacob, una chica húngara deportada con su familia en 1944 a Auschwitz que sobrevivió, se encontró este álbum para entender un poco más el horror que allí se vivió.
La historia del Ángel de Budapest
Tras esta proyección, Juan Carlos Sanz Briz contó la historia de su padre. “Mi padre era un joven diplomático, acababa de terminar la carrera diplomática y, recién casado, fue destinado a Budapest de número dos de la embajada”.
En marzo de 1944, Hitler se entera que el regente de Hungría estaba negociando abandonar su alianza con Alemania y llegar a un acuerdo de paz con los soviéticos. A las 24 horas Hitler invade Hungría y empieza a poner en marcha su política antisemita. Lo primero que hizo fue quitar los derechos a la comunidad judía: les expropiaba sus negocios, les hacían andar con la ciudad con una estrella amarilla, los confinaban en unos guetos y, finalmente, los nazis húngaros (nylas) empezaron las ejecuciones.
Por esta época se decía que el río Danubio se teñía de rojo porque ataban a dos judíos juntos y un soldado pegaba un tiro en la nuca a uno de los dos para después tirarles al río. Uno estaba muerto y el otro vivo. El segundo moría ahogado. Éste sólo es uno de los ejemplos de los horrores que se vivieron.
Cuando Hitler toma posesión de Budapest, lo primero que hace Franco es decir al embajador que representa a España que no quiere reconocer al nuevo “gobierno títere” de Hitler y llama al embajador a España para cambiarlo de destino. Así, Ángel Sanz Briz se convierte en el máximo responsable de la embajada sin experiencia y sin haber sido entrenado para ello con sólo 34 años.
El nuevo joven diplomático pidió instrucciones a sus jefes explicando las injusticias que sucedían para saber qué hacer. Sin embargo, no le contestaban a su petición debido a que Hitler ayudó con armamento y soldados a Franco. De tal forma que el Ángel de Budapest piensó que no le han dicho nada pero que tampoco le habían dicho que no hiciese nada. Por esa razón, en nombre de España pero sin su permiso, quiso salvar a todos los judíos que fuese posible.
La argucia que argumentó para ese cometido fue una vieja ley española que daba a los sefraditas la nacionalidad española. Una vieja legislación aprobada en 1924 decía que ellos tenían derecho a pasaporte español. Eso sí, el embajador obvió que desde hacía 14 años esa ley no existía. “Mintió diciendo que estaba vigente”, comenta su hijo.
Con este argumento pidió permiso a las autoridades para expedir pasaportes. Sólo obtuvo un permiso para 200 sefarditas húngaros. Sin embargo, en Budapest no había población sefardita sino asquenazíes. Como es lógico, el Ángel de Budapest hizo “la vista gorda” para poder salvarlos. Con un permiso para expedir 200 documentos, consiguió hacer 5.200 con un truco que fue poner letras a cada número (1A, 1B, 1C, etc.) para así no superar la cifra de 200.
Esta segunda burla a la administración nazi para que la limitación no surtiera efecto no era suficiente ya que no había seguridad jurídica. Podrían destruir el documento expedido o asaltarte en cualquier momento. Lo importante era que poder vivir en un sitio donde no pudieran ir a por los judíos.
Ángel Sanz Briz decidió para crear un espacio de seguridad real alquilar 11 edificios para refugiar a los judíos. Así podría poner guardianes en las puertas para avisar a la embajada en caso necesario. Como eran edificios de la embajada, les colocó la bandera española porque desde ese momento serían territorio español para que no pudieran entrar. Así arriesgando incluso su propia seguridad, el Ángel de Budapest pudo salvar la vida de miles de judíos.