El estrés se ha convertido en una de las epidemias más extendidas de este siglo. Una técnica muy curiosa es la horticoterapia, que consiste en practicar la jardinería y la horticultura como terapia antiestrés. Esta es una de las múltiples ventajas que aporta la actividad del huerto escolar, que acaba de empezar un año más, coincidiendo con el inicio de la temporada agrícola –en octubre-.
Los primeros días los dedicaron a plantar y sembrar: lechugas, escarolas, lombardas, coles, brócoli, coliflor, acelgas y espinacas (en esta entrada se puede ver el resultado). Comenzaron a trabajarlo los nuevos alumnos de 1º a 4º de la ESO y a juzgar por su cara y disposición, “se les ve muy ilusionados y han elaborado unos carteles informativos para poner junto a las hortalizas correspondientes”.
Pablo Montejano, responsable del Huerto junto con Miguel Sierra, dice en el blog que mientras “los profesores andamos acelerados en más de una ocasión y el huerto sirve para fijar energías, no sólo en lechugas, también en nuestros grandes o pequeños problemas”. El huerto es más que unas cuantas hortalizas. Según Pablo “es una Terapia”.
La Naturaleza es sabia
La Naturaleza, reflejo de la sabiduría divina, enseña por eso muchas cosas. Por ejemplo, hace unos días los alumnos aprendieron qué es una mala hierba y han quitado, entre todos, centenares de malas hierbas. Mientras las arrancaban, con su profesor, “han aprendido –dice Miguel Sierra- que es bueno para las hortalizas que no tengan competencias de otras especies (las malas hierbas, por ejemplo) y aprendieron en qué consiste la función del tropismo de las plantas”.
Los tropismos son movimientos de la plantas a favor (positivo) o en contra (negativo) de los distintos estímulos que perciben. Las hojas tienen fototropismo positivo ya que buscan la luz.
Interesante, ¿verdad? De paso, aplicaron esta sabiduría de la tierra a la vida real: todos tenemos que relacionarnos con nuestro entorno y con los demás seres vivos.