P. Mariano, desde que dejaste Tajamar has hecho varias veces la maleta. ¿No es así?
R. Me mudé a Roma en 2011, después de estudiar la carrera de historia en Valencia y Zaragoza. Terminé el colegio en 2006. En estas ciudades pude trabajar, haciendo voluntariado, en algunas asociaciones juveniles y colegios mayores: en Valencia, en el CMU La Alameda y en el club Alfambra; en Zaragoza, en el club Jumara y en el CMU Miraflores. Gracias a Dios he hecho muchas amistades en estas dos ciudades y en mi último viaje a España he podido ver a algunas de ellas.
Cuando me mudé a Roma venía con la idea de finalizar el bachillerato en Teología (lo había empezado en diversos cursos de verano en España) y de hacer una licenciatura en Teología en la Pontificia Università della Santa Croce. Los dos primeros años en Roma he residido en el Colegio Internacional Cavabianca y los he dedicado por entero al estudio. Después me pidieron ayudar en el trabajo de gobierno del Prelado del Opus Dei, entonces Mons. Javier Echevarría, y en 2013 me trasladé a vivir a la sede central del Opus Dei, Villa Tevere. Además del trabajo, no he dejado los estudios de teología, aunque haya tenido que ir más lento. La experiencia laboral en la sede central de la Obra me ha ayudado mucho en mi vida profesional y personal. He podido trabajar durante tres años en la oficina de información y otros tres en el Archivo General de la Prelatura.
P. Este año ha sido muy napolitano para ti…
R. Además de estas tareas, he podido ayudar los fines de semana en un club juvenil en Nápoles durante cinco años. Ha sido una experiencia muy bonita y enriquecedora, donde también he podido estrechar muchas amistades. El año pasado, 2018, organizamos un viaje a España con chicos del club Alfa Clan de Nápoles. Hicimos el camino de Santiago y después estuvimos unos días en Madrid. Pudimos visitar el colegio Tajamar, donde mis padres obsequiaron a los chicos con una magnífica paella.
P. ¿Qué te trajo este verano de vuelta a visitar España?
R. Este año hemos repetido el viaje a España. Hemos acudido al Poblado, cerca del santuario de Torreciudad, con un grupo de 20 napolitanos. Hemos participado en el torneo de fútbol Interclubes. Además tuvimos la suerte de poder estar unos momentos con el actual prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, durante un encuentro con jóvenes en Torreciudad. Como no había traducción simultánea, tuve que traducirles el encentro a los chicos al italiano, que gracias a Dios hablo bien después de tantos años en Italia.
P. ¿Qué retos afrontas este nuevo curso?
R. Ahora se abre una nueva etapa en mi vida. Dejaré de trabajar en las oficinas centrales del Opus Dei para dedicarme full time a los estudios de teología. Creo que al menos serán dos años, pues además de terminar algunos créditos de la licenciatura en Historia de la Iglesia, me gustaría hacer un doctorado.
P. En todos esos trabajos que realizas, ¿qué te queda de lo aprendido en Tajamar?
R. En Tajamar he aprendido muchas cosas que me han servido durante todos estos años: el trabajo bien hecho, el poner la amistad como fundamento de las relaciones humanas, el buen humor y tantas cosas que forman parte de mi personalidad ahora, pero que si no hubiera sido por la formación de mis padres y del colegio, yo ahora no sería así. Todo esto me ha ayudado también en mi vocación personal -desde hace años soy numerario del Opus Dei-, para intentar vivir las enseñanzas de san Josemaría: santificar el trabajo profesional y ayudar a los demás con un trabajo que es servicio.
Cada vez que hago algo, sea una tarea de mi trabajo o del club, me pregunto: ¿cómo ayuda esto a los demás? ¿Qué es lo más útil para la gente? Y me pongo a ello, intentando meter siempre una sonrisa, aunque a veces no sea fácil porque el cansancio o tener tantas tareas hace que a veces se nos ponga la cara larga. En esos momentos intento pedir perdón a quienes trabajan conmigo o a los chicos del club… Esto también lo he aprendido en Tajamar y del espíritu del Opus Dei.