El saber no ocupa lugar o, aplicado al caso del trabajo que han realizado tres alumnos de Secundaria de Tajamar, las mejores esencias se guardan en tarros pequeños. Eso es lo que parece haber sucedido con este grupo de investigadores que, dirigidos por su profesor de Química Rubén Rodríguez Muñoz, han realizado un estudio sobre la calidad de las aguas de los ríos Riaza –afluente del Duero- y Aguisejo (afluente del Riaza). Con el trabajo que lleva como título “Aguas de calidad en un entorno natural”- han ganado, además, el tercer premio en el Iº Concurso de Investigación en Ciencia que convocó la Universidad de Navarra.
Los tres alumnos –Ignacio Sandoval Martínez-Illescas, Daniel Bullido Holguera y Víctor Haro de la Traba- fueron seleccionados por ser los mejores alumnos del Excellence de Química, una actividad complementaria que se desarrolla en el colegio a mediodía y que dura todo el curso. El viernes 24 de abril recogerán el premio en el acto que organiza la propia Universidad de Navarra.
La idea partió del profesor. Dice Rubén que “me gusta dar clase, pero no quedarme solo en eso. Intento investigar y proponer trabajos a los alumnos. Despertar su interés por la Ciencia”. De hecho no es el primero que hace, ni mucho menos. Sin ir más lejos, el curso pasado realizó otro con alumnos para estudiar las diferencias del rendimiento de un deportista en altura y a nivel del mar.
Las variables: población, cultivo y tipo de suelo
Decidido el objeto de la investigación hubo que ponerse manos a la obra. Y lo primero fue marcar en un mapa los distintos puntos en los que se iban a realizar las mediciones, según las variables de población, cultivos y tipo de suelo.
Durante su curso el río pasa por poblaciones de distinto tamaño. En las zonas donde la población es mayor, el agua presenta unos índices mayores de sales disueltas (fosfatos, hierro y cloruros). Otra variable de estudio eran las zonas de cultivos porque querían comprobar cómo la cercanía de fertilizantes hacen que el agua arrastre muchos nitratos.
Belleza paisajística
Por último, la tercera variable fue el tipo de suelo. Fue aquí donde los jóvenes se mostraron muy sorprendidos al descubrir la existencia de pueblos rojos (suelo predominantemente rico en hierro), amarillos (ricos en cuarcita), y negros (la pizarra no solo está en el suelo, sino en todos los tejados de las casas). Poblaciones características de estos tres tipos son, por ejemplo, Villacorta, Martinmuñoz de Ayllón y El Muyo, respectivamente.
Ignacio reconocía que “me impresionó la belleza paisajística de estos pueblos. Creo que nunca antes los había visto o, al menos, no lo había percibido con tanta intensidad”. En parecidos términos se expresaban sus dos compañeros.
Una vez establecidas las variables de estudio había que preparar el material: un conductímetro, para medir la conductividad del agua, un kit completo de análisis cualitativo, etiquetas para identificar cada una de las muestras y bolígrafos y cuadernos de notas.
Dos jornadas emplearon en la recogida, pues tenían que moverse, como hemos dicho, a lo largo del curso de dos ríos. La conductividad –lógicamente- se medía instantáneamente. Una vez completada esta fase, dedicaron tres horas de trabajo al análisis de las muestras en el laboratorio de Tajamar.
Al finalizar el estudio, los jóvenes constataron que la calidad de las aguas, efectivamente, se veía alterada de una manera u otra a su paso según el suelo, el cultivo y el tamaño de la población.
Comprobar esta realidad de un modo experimental le ha ayudado a entender mejor lo que estudian en clase o leen en los libros. Por mi parte, termina señalando su profesor, ha sido otra experiencia satisfactoria, pues me ilusiona ver a los alumnos motivados con su formación”.
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