La pandemia provocada por el COVID 19 ha obligado a los colegios a optar por el modelo de clases semipresenciales a partir de 4º ESO y en Bachillerato y FP durante el curso 20/21. Durante las primeras semanas del primer trimestre del curso se escribió y habló mucho sobre ellas: sobre el rendimiento de los alumnos, las dificultades técnicas, la adaptación del profesorado, etc. Y, casi siempre, con referencias exclusivas a la casuística en colegios de titularidad pública. Nosotros, en Tajamar, hemos hablado con alumnos y profesores de Secundaria y Bachillerato para que cuenten de primera mano su experiencia sobre las clases semipresenciales y las dejamos en este post.
Cuando se planteó la necesidad de que hubiera clases semipresenciales en algunos niveles educativos -como medio para evitar contagios-, ésta podía hacerse de dos modos. La dirección de Tajamar decidió que un curso (por ejemplo 3º ESO) venía al colegio el lunes, miércoles y viernes y otro (por ejemplo 4º ESO) el martes y jueves. La semana siguiente se invertía el orden. de tal manera que cuando un alumno estaba “en clase desde su casa”, podía seguirla a través de la cámara instalada en el aula.
La técnica en las clases semipresenciales
Para hacer posibles las clases semipresenciales se requiere de un buen soporte técnico en las aulas. Durante las primeras semanas de clase se instalaron las cámaras en cada clase. Pero, además, en el caso de Tajamar, el equipo de ITED tuvo que trabajar mucho para que la red soportase la conexión simultánea de más de 500 alumnos desde su casa. Para ello se requiere una instalación potente y videoproyectores para que las personas que se conectan vean desde casa la pizarra, los powerpoints y las proyecciones.
Conseguir la completa normalidad de las clases semipresenciales ha llevado un período de adaptación. Juan José Jiménez, profesor de 3º y 4º de ESO lo confirma: “al principio costó que funcionaran correctamente los equipos de las aulas y que los alumnos recibiesen la clase sin interferencias. Pero ahora se ha conseguido que esté todo automatizado”.
En sentido, David Arranz, director de Secundaria, señala que “la inversión hecha en la reforma de los cinco pabellones (Tajamar 3.0) ha facilitado mucho el aspecto técnico que requiere el régimen de clases semipresenciales. El proyecto de los nuevos edificios dotaba a las aulas de las condiciones técnicas apropiadas para dar clase con las nuevas metodologías educativas”.
Además de los aspectos técnicos, las clases semipresenciales han dado la oportunidad para hablar de los temas de siempre. Para algunos era la ocasión de plantear la obsolescencia de los métodos educativos, otros ponían en duda la calidad del aprendizaje del alumno y otros hablaban sobre la brecha digital que puede haber entre los alumnos, etc. Muchos arrimaron el ascua a su sardina a la hora de tratar estos temas. Nosotros preguntamos sobre ellos a profesores y alumnos.
Juan J. Jiménez, profesor de Tecnología en Secundaria, es práctico en su respuesta: “la principal ventaja del modelo semipresencial es que se respetan las normas mínimas de seguridad y, a la vez, todos los alumnos van a la par con el mismo horario”. Es decir, la experiencia en Tajamar ha demostrado que no ha existido tal brecha digital, como algunas voces agoreras vaticinaban. Francisco J. Rodríguez, alumno de 4º ESO, asegura que “las clases semipresenciales formarán parte del futuro, aunque no creo que al 100%. Sinceramente, el colegio presencial siempre va a estar ahí”.
Mejora la autonomía del alumno
Sorprendentemente, ha habido otros aspectos educativos que han mejorado gracias a las clases semipresenciales. Uno de ellos ha sido la autonomía y madurez que han adquirido muchos alumnos. De hecho, Jorge Aguilar, estudiante de 3º ESO, casi se molesta si cuestionas la calidad de las clases online: “el día que tengo clase desde mi casa sigo el mismo ritmo que si estuviera en el colegio. Si tengo dudas las puedo preguntar al profesor. Ha mejorado la calidad del sonido de la conexión”. Jorge es sincero y reconoce otra ventaja de las clases online: “ese día puedo dormir media hora más”.
Es cierto que la semipresencialidad obliga al alumno a ser más responsable y organizar su propio horario. Jorge dice que “el tiempo de estudio sigue siendo el mismo que cuando iba a clase todos los días. A las 17.00h termino la clases (desconecto del ordenador) y meriendo para descansar un rato. Luego, a las 18:00h me pongo a estudiar o hacer deberes”.
Otro alumno, Francisco José Rodríguez, de 4º ESO, nos cuenta su modo de arrancar el día: “me suelo levantar a la misma hora (que si fuera a clase presencial). Ya que tengo más tiempo intento organizar la casa por la mañana, luego me conecto a la clase y desayuno durante la primera de ellas”.
El ambiente de trabajo ayuda
Sobre el papel Jorge dice que las clases semipresenciales le permiten tener más tiempo para estudiar “porque me ahorro el del trayecto”, pero también reconoce que “los resultados de la interevaluación han sido bajos” (aunque no ha suspendido). Según él, se notan los siete meses sin clase presencial, verano incluido, y ahora están adaptándose a la normalidad.
En el caso de los alumnos de Bachillerato, las clases semipresenciales tienen menos adeptos. Por ejemplo, en casa de Pablo Delgado (2º Bachillerato Tecnológico) hay disparidad de criterios. Él está encantado y señala que “aprovecho todo lo que puedo las clases”, pero su madre, catedrática de universidad, “me dice el régimen semipresencial no ayuda a crear el ambiente de trabajo que facilita estar en el aula físicamente”.
Su profesor de Física, Adrián Sánchez, ve pros y contras: “es verdad que no se siguen las clases del mismo modo que si estuvieran en el aula. Algunos se organizan bien y van incluso por delante del profesor en la materia, pero no son la mayoría. Sin embargo, hay que reconocer que prepara al alumno para la Universidad, porque allí la presencialidad no es obligatoria”.
Metodología y aprendizaje
Para muchos profesores, sobre todo de cierta edad, las clases semipresenciales han supuesto un reto, pues en gran medida ha obligado a cambiar la metodología de la clase. Todos han tenido que adaptar sus programas. Por eso, intentan las clases que en el colegio sean de una forma y en casa, sin embargo, sean más prácticas. Juan José lo explica gráficamente: “cuando están físicamente en el aula aprovechamos para resolver mejor sus dudas y dedicamos las sesiones de casa para hacer más tareas prácticas”.
Francisco J. Rodríguez: “mientras atendemos la explicación y surge una duda ponemos en el chat un comentario del estilo tengo una duda, y si vemos que el profesor no se da cuenta abrimos un momento el micrófono y lo preguntamos directamente”.
Los profesores reconocen que “no sé si estarán aprendiendo más pero, desde luego, este ritmo de clase semipresencial está haciendo más responsables a muchos alumnos. Se les ve más comprometidos y es raro que falten a alguna sesión virtual. Normalmente están conectados antes que el profesor. Son más puntuales también cuando vienen al colegio porque intentan aprovechar al máximo los momentos en los que van a estar con sus compañeros. En cuanto a lo académico, creo que sí tienen más protagonismo en su aprendizaje”, señala Juan José Jiménez, profesor de 4º ESO.
La mayoría de los alumnos dicen que en el aprendizaje online o presencial influye, como siempre, la asignatura de la que se trate. Francisco José reconoce que “en algunas se me hace más sencillo aprender vía online, pero hay otras -en mi caso Mates- en las que me gustaría tener todas las clases presenciales”.
En definitiva, si hay que hacer un balance de lo que está suponiendo la semipresencialidad de las clases en la vida del colegio podemos concluir que, aunque lo deseable es la presencia física, profesores, padres y alumnos están respondiendo satisfactoriamente al reto de mantener viva la ilusión por aprender y enseñar.