Los alumnos de Bachillerato han tenido hoy un encuentro con María Martínez López, una ex enfermera abortista de Bilbao que tuvo una conversión en el Himalaya (Nepal) en el verano de 2017. En un respetuoso silencio escucharon los jóvenes el testimonio personal de Amaia (así se llamaba antes de su conversión haciendo labor humanitaria en Nepal ) y conocer cómo “viví en un infierno. ¿Alguien ha estado alguna vez allí…? Yo sí, por eso sé de lo que hablo”.
Amaia “odiaba a la Iglesia y los sacerdotes, era feminista radical y abortista…”. Así empezó su intervención ante un centenar de jóvenes que no perdían detalle. Vestida con una indumentaria que ella misma definía como “pobre”, María se movía pausadamente por el escenario y hablaba con calma.
Una vida en el infierno
Antes de su conversión en el Himalaya, esta enfermera vizcaína trabajó durante sus primeros años de profesión en una clínica abortista: “yo era la que tomaba la mano de la mujer que iba a abortar cuando estaba tumbada en la mesa de operaciones. Tuve la mano derecha morada de lo que apretaban…”.
Después de un tiempo dejó la clínica e hizo fisioterapia y puso en marcha una consulta junto con su marido. “Nos fue muy bien. Ganábamos mucho dinero y nos dábamos todo tipo de lujos. Trabajábamos mucho y nos gustaba, pero llegué a enfermar”, reconoce María. Fue entonces cuando llegó el peor momento de su vida: “un día mi marido me dijo que me dejaba.
“Entonces pensé en dedicarme a hacer lo que me diese la gana. Empecé a hacer ultrails. Iba por el mundo corriendo, pero sin levantar la mirada…” señalaba María. Fue entonces cunado “descubrí que la vida que había llevado hasta entonces no me dejó nada, estaba vacía. E intenté suicidarme”.
Fue entonces cuando decidió ir a Nepal para ayudar como voluntaria en un pueblo que había sufrido un terremoto. Vendió todo y se fue allí con una mochila de 17 kgs. Llegó con el propósito de suicidarse después de realizar su labor humanitaria. Estando en aquel pueblo del Himalaya empezaron a ocurrirle cosas inexplicables, “luego he entendido que era Dios quien dirigía todo”, reconocía María.
Encuentro con Jesús de Nazareth
Un día, mientras estaba en un cruce de caminos “se me acercó una monja de la madre Teresa de Calcuta que me cogió del brazo y con insistencia me decía que fuese con ella”. “Al final –reconoce- acabé yendo a su casa, donde me recibieron como si me estuvieran esperando desde hacía tiempo. Me enteré que rezaban porque Dios les enviase un profesional sanitario para atender la población”.
Aun sin entender nada, María asistió a la Eucaristía con las monjas de la madre Teresa “y allí me encontré con Jesús de Nazareth, que me decía: «llevo tiempo esperándote». Estuve allí postrada durante tres horas, sin darme cuenta. Cuando me incorporé vi el suelo húmedo (mis lágrimas) y a las monjas alrededor de mí”.