Hace ya dos semanas que aterrizamos en Irlanda y la verdad es que se nos ha pasado el tiempo volando. La experiencia está siendo formidable. Lo primero que te llama la atención en Irlanda es la gente. Suelen ser personas muy alegres, efusivas y atentas. Las familias que han acogido a nuestros catorce alumnos han dado la oportunidad a nuestros chicos de disfrutar de actividades tan variadas como: golf, piscina, teatro, cine, futbol, escuela de bailes tradicionales, visitas a lugares emblemáticos del sur de Irlanda, visita a museos, zoo y mucho más.
Algunos destacaban el hurling, que es el deporte nacional (sólo se juega en Irlanda). Se juega con un stick, llamado hurley, y una pelota pequeña que hay que introducir en una especie de portería (todo esto con la debida protección). A diario acuden a la escuela de su ciudad donde participan de las actividades ordinarias y extraescolares de su colegio.
Los chicos comienzan las clases a las nueve y terminan a las tres. A la 1 tienen “break and lunch” (un pequeño descanso y el almuerzo, que suele ser un sándwich y algún dulce). La comida es ligera, ya que a las 5 cenan (el plato fuerte del día). La participación de nuestros alumnos en las clases está siendo muy activa. Se ofrecen a leer en inglés, alguno incluso sus propios poemas, y realizan ejercicios con sus compañeros.
En algunas escuelas tienen clases de español, así que los profesores les ofrecen impartir la clase y corregir los ejercicios. El próximo viernes se celebrará en algunas escuelas el día español, por lo que han pedido información a los chicos sobre comidas y vestimenta tradicionales españolas. Ya os contaré. Por las tardes muchos dedican su tiempo a las actividades extraescolares, a realizar los deberes, a leer en inglés, jugar con sus vecinos y a responder a los múltiples emails que reciben de sus familias y amigos.
¡Al final habrá que traerlos a la fuerza!
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